martes, 2 de abril de 2024

Redes

 Veía, como en un cuadro

pasar delante de él

la historia de su vida

con aquella mujer,

como llamando la atención 

por una despedida

no planeada, pero inevitable,

con cientos de fotos y comentarios 

que dentro de unos segundos

pasarán al olvido con un clic…

si lo encuentra;

a veces borrar el pasado no es tan fácil 

como dejar huella.

Caramba! Algunas cicatrices no las podrá borrar,

seguirán flotando en el espacio

chocando con él cada vez que se aventure

a una nueva caminata espacial.

Bueno, total, 

hay tantos restos en el espacio.

jueves, 18 de enero de 2024

Así fue

 


... no será?

Debajo de un recuerdo se atrevió a escribir una carta, con el mismo lapicero con que había escrito, hace ya muchos años, el final de un libro por demás apasionado.

En ella le decía lo que nunca fue capaz de confesar, que había pensado en los momentos juntos, que había extrañado los destellos de dulzura que dejaba escapar cuando, por instantes, se escondía la dureza de su carácter, que había querido escuchar una vez más su voz, aquella que arrulla cuando no elabora discursos, sino, cuando simplemente saluda, o pregunta ¿cómo estás?, o pide, quédate un minuto más.

No sabe si fue por orgullo o temor, pero aquella carta la dobló, la rompió, y la tiró al baúl de los recuerdos que caducan, lamentablemente, en pocos días. Tenía definido un espacio en su mundo donde enviaba estas cartas que tenían un final predecible, aún sin escribir la palabra, llevaban en ella el final planificado, lo que no fue, no será, y así fue.

Cogió una nueva carta, quiso escribir el inicio de una nueva historia, pero al apoyar el lapicero en la hoja, la tinta no se lo permitió, o la falta de ella, o el arrebato de un ventarrón, o de dos, y se dejó vencer, parecía que escribir aquel inicio no fue muy importante. Aquella historia nunca iniciada pasó al espacio finito de su memoria para quedar como aquello que tampoco fue. 

De pronto llegó una carta a su mesa, era un mensaje de más de una década atrás, no sabía cómo interpretarlo, después de muchas frases "te quiero", o mejor dicho "siempre te quise", solo atinó a doblarla y guardarla para no leerla más. Hay cartas que quizá nunca deben ser leídas.

Al final, luego de varias correspondencias, volteó a ver, pocas le causaban nostalgia, los finales que le dio a cada una de ellas la hacían sonreír de una manera dulce y serena. Sabía que esos adioses eran la génesis o continuación de su paz, que era lo más importante, y por ello, solo dejaba ir.

¿Extrañaba algo? Sí. Pero con los años aprendió que a veces es mejor extrañar, que aceptar algo que no la haría feliz. 

Y así fue. ¿No será? 

No lo sabía.

martes, 6 de junio de 2023

Entre nos… nostalgia

 Me había perdido en el paraíso de tu mirada, en el laberinto de las risas que nos envuelven, nos retuercen y nos sueltan al aire para caer con un suspiro que dice “cuanto me gustas”, me había rendido ante los besos que dicen algo más y la razón nos sopla al oído que no es el momento y nos recuerda qué hay un tic tac que avanza paciente por esta historia de amor, y lo entiendo. Hasta que se acerca la nostalgia.

Hace mucho que no venía a verme, también la había olvidado, pero creo que suele asomarse cuando siente amor. La miré a los ojos y supo de inmediato cómo me sentía, me conoce hace tanto, entre nos, y me abrazó. También conocía ese abrazo de consuelo, pero me dijo algo que esta vez fue diferente, me recordó que en esta historia también necesito fe.

Me regaló una sonrisa y le sonreí, y se fue. Y en ese momento volví a ti, para volver a refugiarme en esa mirada que me completa, que me cuida, que me ama, y entonces sí, fui feliz hasta un nuevo día.

Como cuchillo en la mantequilla

Quizá sea el tiempo perfecto, ni antes ni después.

Quizá tuvimos que vivir todo lo que vivimos, quizá por eso nos amamos y valoramos tanto.

Quizá todo ello fue necesario.

Quizá debimos encontrarnos con estas cicatrices para demostrarnos lo héroes que fuimos para nosotros mismos, para demostrarnos que seguimos vivos con las mismas ganas de amar y ser amados.

Quizá somos el uno para el otro, quizá estemos en el sueño del otro, quizá estamos conectados al alma del otro, quizá todas las noches nos hacemos el amor, porque aún separados físicamente, somos complemento.

Yo solo estoy segura de algo, que estos quizás son hoy mi certeza, mi diccionario pierde sentido en las probabilidades de nuestras horas, y mis noches son enteramente tuyas, ya no mías, y así soy feliz.

Y solo pido que los mismos quizás se vuelvan tu certeza, las afirmaciones que nos roben una sonrisa y nos hagan volar, y volver, y soñar, y despertar, y reír, y llorar, y sobre todo amar, amarte, amarnos, y así, hasta el final de nuestros días, de los tuyos, los míos, los nuestros, juntos, y así…

Posibilidad

 Y si nos vamos tan solo caminando al norte, hacia el infinito, como el amor que pregonamos? 

Y si me acurruco en tu cuello y me acaricias la oreja y nos quedamos dormidos?

Y si me abrazas de improviso mientras andamos por la ciudad, y nos reímos como niños enamorados que por fin se encuentran luego de un verano separados?

Y si me das un beso en lugar de una flor? Y si me miras y en esa mirada me confiesas tu amor?

Y si soñamos despiertos que somos el uno para el otro, o para el otro, uno, o para los dos?

Y si tan solo me das tu mano y nos amamos en silencio, mirando el horizonte?

Y si roso con ternura los nudillos de tus dedos para disfrutar del proceso de estremecimiento que te provocan mis caricias?

Y si solo somos? Y si nos dejamos ser? Será así tan fácil ser feliz?

Y si unes tu boca a mi boca, y nos olvidamos del tiempo, mientras nos fundimos en un deseo descontrolado? Será así tan fácil ser feliz?

No será Roma esta noche

Era de noche, había esperado por mucho tiempo aquel día, sus manos imaginaban la textura de aquella pintura que siempre anheló, su sentido del olfato podía percibir aquel aroma imaginario que provocaría la imagen que añoraba en cada sueño y despertar. Su boca, sus labios, querían pronunciar su nombre, habían permanecido cerrados guardando el secreto de un suspiro, guardando el gesto tímido de una sonrisa pudorosa para cuando pudiera ver la obra de arte que tanto deseó. Sus ojos, durante todo ese tiempo guardaron su brillo, sus ojos de canica se mostraban apagados como queriendo ahorrar una ilusión de ver por fin cada color, y cada contraste que llegaría por fin esta noche.

Todo estaba preparado, caminó por largas horas, corrió sin percatarse del dolor que provocaba el esfuerzo, hizo cómplices a los más amados, para que todo fuera como lo había imaginado, leyó la reseña de la obra por última vez, miró la carátula del folleto, por última vez, se tragó el suspiro y restringió  su sonrisa, por última vez, porque en pocos minutos podría verla, podría ver aquella pintura con la que tanto soñó.

Mientras corría, contaba las luces de los faroles caprichosos en forma de copos de algodón. Uno, dos, diez, treinta, pasaban los minutos y su corazón empezó a correr con ella, su nariz empezó a correr con ella, sus manos empezaron a correr con ella, sus pies sintieron un ardor como nunca había sentido; sin querer, dejó de contar las farolas, el esfuerzo dejó escapar todos los suspiros que había guardado durante tanto tiempo, poco a poco, el camino se fue oscureciendo, sus ojos empezaron a brillar, pero no era el brillo que guardó, era su dolor, por acercarse a la verdad. Era la desilusión de abrirse paso a una realidad donde esa noche no vería esa pintura.

Había valido la pena? Se preguntaba.


Se descubrió de pie al final de un camino oscuro, las farolas en formas de copo de nieve hace mucho que se habían extinguido, su polo estaba empapado de impotencia, el aire impregnado del sinsabor de los gemidos de cansancio por el camino recorrido, sus manos escondieron su pena, la pena que se había permitido pasear por todo su rostro para apoderarse de él. 

Cayó de rodillas, respiró profundo, y luego de expulsar aquel sufrimiento del que no tenía recuerdo, se quedó en silencio. El tiempo pasó lento, la pintura que imaginó se alejaba de su mente, como algo inalcanzable, como algo que no era para ella, o al menos, no lo era esa noche.

Levantó el rostro, limpió su pena, respiró profundo por segunda vez, cogió el recuerdo de su anhelo, lo guardó en una cajita cerca del corazón. “Quizá no sea esta noche”, se dijo, pero quizá sea “alguna noche”. Quizá pronto, quizá lejos, pero abrigó la esperanza de poder ver la obra de arte que por tanto tiempo había esperado con tanta ilusión… y volvió.