jueves, 14 de mayo de 2015

Pingüinos


Me sorprendo riendo en un sueño del que eres testigo risueño, 
voltereta de soslayo topando mi brazo a tu brazo
invitándote a acompañarme sin temor a un regreso.
Una mirada me busca cuando mis párpados luchan por dar la bienvenida al sol,
de pronto te encuentro, testigo de un amanecer que nos descubre juntos,
prestos a iniciar un día con besos en la nariz y las mejillas.
Una caricia traviesa se pasea por tu rostro, unos besos atrevidos atrapan tus labios
reclamando los entreabras para expulsar un Te amo. 
Una mano se pasea por tu cintura para ver asomar un sonrojo que aguanta la risa,
te abrazo porque adoro sentir tu pecho rozar con el mío, y de pronto tu aroma,
ese que me dice, me canta y me recalca que estoy en casa;
que me da ese calor que me hace sentir que nada más existe,
que en un nosotros se concentra la felicidad efímera y permanente
contradictoria, transformadora, irreversible, tatuada en un compromiso 
en un nosotros con forma de pingüinos, una historia para siempre,
un tú y un mí.
Me descubro perdida en tantos pensamientos y de pronto...
pienso en ti, veo cómo termino sonriendo, delatora confesión 
de una pérdida de control, del garabato que ocasiona una frase de amor tuya
en mi cuarto de emociones, para terminar recostada en la idea de pronto
volverte a ver.
Me descubro ilusionada, me descubro enamorada,
me descubro en un camino donde camino feliz, y al lado mío...
tu mano prendida de la mía compartiendo el trabajo de construir un sendero
adornando a cada paso el camino con detalles, impregnando el aroma
de las flores a las almas enamoradas que transitan optimistas un camino a lo desconocido.
Me descubro de ti, me descubro de mí; cierro los ojos y busco en mis sueños
que llegue la noche en que por fin volvamos a casa hasta un nuevo amanecer.