miércoles, 28 de agosto de 2019
¿Hace cuánto fue feliz?
Mientras toma un café al borde de su mar siente volar aquella pregunta como una gaviota perdida buscando un muelle donde aterrizar. El calor de aquel líquido trae a su mente un recuerdo cálido; tertulias a medianoche en el café de siempre donde el horario es suyo, donde la capacidad del local está sujeta a su capricho, donde los nombres no son nombres, sino apodos adquiridos, donde las nubes encajan en el rincón de siempre tomando formas moldeadas por cada experiencia vivida, cada comentario rosa, cada secreto temeroso, tímido, vergonzoso, hasta en ocasiones tan deprimente que nunca deja de ser secreto, donde el hogar es aquel momento en que compartes un café, una sonrisa y un hasta pronto, deseando que al día siguiente todo vuelva a empezar.
¿Hace cuánto que sonrió?
Con aquella sonrisa enamorada, sentado con un leve inclinación hacia ella, mirándola fijamente sin lograr escuchar lo que ella dice, sin entender lo que ella cuenta, sin importar el tiempo, tan solo ella, su mirada, sus movimientos, su perfume, su timidez. De pronto el silencio, ese silencio cómplice que los mira anonadados, habla ella, habla él, quién podría? espantados por no saber beben de su copa con la mirada gacha, su respiración empaña el cristal y al evaporarse... sus miradas otra vez se encuentran para retomar un diálogo iniciado tan solo con la admiración de uno por el otro y su eterno sonrojo.
¿Cuál era la canción?
Camina lentamente con su desazón y su sombra al ritmo de una última canción, una canción con olor a vino blanco, con color a atardecer en su eterno Huanchaco, con la textura de su mar y la brisa que lo envuelve tiernamente enfriando los recuerdos que pronto lo harán llorar.
Más vale que no tenga que elegir, que el destino no lo haga elegir entre el querer y olvidar, que los pasos siguientes en aquel triste camino lo eleven al destello de una alegre chansón, con vista a un cielo y el balcón a una pasión, con un manto y pinturas para dibujar un nuevo destino con olor a humedad, con color celeste claro, anochecer fría con sabor a chocolate caliente y un libro de compañía, como siempre.
¿Hace cuánto fue feliz?
Ayer, cuando al acostarse sintió la respiración de un amor que no sabe que es amor, cuando su mano bordeó aquel cuerpo tibio, que lo extraña y lo busca cada noche para poder dormir, cuando su mejilla topó aquella mejilla que no se incomodó, cuando sintió aquella mano caer sobre sus ojos, entonces fue feliz. Ahora lo recuerda, pero mañana, nuevamente se habrá de preguntar, ¿Hace cuánto fue feliz?
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