miércoles, 9 de marzo de 2011

Camino a casa


El cielo tiene un color espectacular hoy, quisiera esta en Cajamarca, allá el cielo es mucho mejor.
Los cables, sin embargo, no me dejan ver por completo el cielo; irónicamente llegaré a casa y veré mi serie favorita gracias a ellos.
Compro pan en el camino, recuerdo haber hecho lo mismo casi todos los días cuando vivía en otra ciudad, llegando a casa con la mitad de lo que compraba.
Paso por el lugar donde nos asaltaron hace ya muchos meses, minutos antes se escuchó cerrar un portón, quizá si hubiéramos estado por allí ese momento nada hubiera sucedido. Apenas unos minutos te cambian la vida.
Llego a casa, la señora que nos arrenda el departamento no me reconoce:
- De dónde es usted? - me pregunta amáblemente.
- Ah?, cómo así? - por mi mente pasó que quizá quería saber dónde había nacido.
- De qué piso es? - me pregunta.
- Oh, del tercero, buenas noches, señora.
- Ah, señorita, es usted, no la había reconocido, como lleva el cabello recogido.
Qué curioso, el corto camino a casa está lleno de recuerdos y anécdotas, incluyendo el que la señora que me conoce hace más de un año no me reconozca a menos de medio metro.
Subo las gradas, entro a casa y saludo al angelito que está recostado en la cama, lo traigo conmigo a la sala y enciendo el televisor, no porque quiera ver algún programa, simplemente porque no me quiero sentir sola.
Me siento, abro la bolsa de pan, y pienso: ¿Podremos solucionar nuestras diferencias?
Horas después me logro responder: Hoy no pudimos.