lunes, 4 de abril de 2011

Entre la duda y el amor

Siento que he perdido, mi mirada viene buscando su brillo desde aquel día y no lo ha podido encontrar.
Es como tratar de armar un rompecabezas y algunas piezas ya no estén, quizá te las robó uno de esos días en que ambos discutían sobre cómo demostrar su amor.
Qué irónico, pelear por amor, sembrando el desamor.
Tengo la manía de coger mis aros, y hoy llevo la mano derecha vacía. Mis dedos buscan sin poder encontrar y es inquietante. Luego viene el pensamiento, buscar y no encontrar, no saber cómo buscar en una vida que parece haberse quedado vacía.
Camino por la orilla de nuestras vidas, mis pies tocan el mar, ese infinito testigo de uno de nuestros rompimientos, y quedo me dice al oído: nuevamente vuelves a mí, Gaviota de arena.
Mis pies se desvanecen, me hundo en el reflejo de mis pecados, las sombras grabadas en la arena me cobran la factura, me invitan a decir adiós y volver a la playa de Pacasmayo.
Un destino desdichado, sin amor. Un recuerdo de caídas precipitosas, de golpes, de fracturas, de heridas sin curar. Pensaba haber escrito una historia bendita, no era más que un cuento para llorar.
Cuántas veces no lloramos por el mismo final, una y otra vez pretendiendo que aquel muerto resucite, creyendo que sólo mis poemas serían su respiración. Me rendí.
Hoy estoy aquí, recordando aquella playa que tantas veces me vio caer, y volver a ponerme de pie para volver a caer peor, a punto de morir vencida por la desesperanza. La última vez fue aquella en que mi vida ya no distinguía el color, me llamó una Virgen y volví a tener fé, me salvó.
Estoy en el limbo, mi vida es incierta, pareciera haber escrito bien la tarea de definir mi destino, sin embargo estoy contemplando algo aún inseguro, quién estará conmigo en él.
Quisiera que mi vida volviera a tener la claridad de hace unos meses, mis párpados me pesan, pienso en que quisiera estar en la cama, volver a desahogarme con la almohada, creyendo que con eso voy a sentirme mejor. He sentido mi cuerpo caer, morir en vida, como si no tuviera la fuerza para volver a creer en el amor, y volver a ver a lo lejos, muy lejos una pequeña luz, una pequeña esperanza escondida en un nuevo intento de no separarnos.
Vengo mezclando confesiones, quizá cuando vuelva a leer esto no lo entienda, sólo estoy vaciando en palabras lo que llevo en el alma, lo que me oprime el corazón.
Digo Adiós por ahora, ojalá la próxima vez tenga un final feliz, espero que esa luz de esperanza logre alumbrar nuestro camino juntos, espero que él se convenza, igual como yo, que esto vale la pena, que este amor existe, y que no es un sueño lograr ser feliz. No quisiera que esta canción se selle en nuestras vidas, no esta vez.



viernes, 1 de abril de 2011

El pedacito que guardó el recuerdo




Entrarán a casa, se llevarán todo, nos tenemos que mudar.

Se llevarán los buenos recuerdos, destruirán lo que hemos construido hasta ahora, sellarán con cera ese corazón parchado y antes de irse voltearán a vernos con una sonrisa malévola, una sonrisa de victoria.
Nos quedaremos mirando el vacío de nuestra habitación, buscaremos algún recuerdo por algún rincón, alguno que nos diga dónde estamos, qué somos, y por qué estamos juntos. No lo hayamos.
Te vas, me quedo sola, no he podido recuperarme del impacto, aún no sé a dónde podría ir. Veo en el borde de la ventana un pedacito de cielo, me acerco, lo cojo, y aquella esquina hay una imagen tuya con el cabello corto. La imagen de Huanchaco se me viene a la mente, una noche desesperada, una ida y una vuelta, una promesa, un retorno, y así muchas cartas en la cama.

Se me corta la respiración, de pronto me doy cuenta que te has ido, ya sé quién eres, y sé que te amo, pero ya no estás. No pudiste buscar un  poco más, no pudiste esperar más, quizá fue mucho para ti, quizá viste un nuevo comienzo lejos de mí, sea lo que fuere ya no estás, y yo aquí con ese pedacito de cielo que me dice: es él.