martes, 19 de noviembre de 2013

Imposible


La jungla de mi pasado me aprisiona, vivía cubierto del manto de tu perfidia, me aferré a un amor pasajero, una belleza detrás del biombo de mi amargura, en medio del paisaje inhóspito que me invitaba a seguir, ciego, sordo, tan sólo con sentir el murmullo de tus infamias, de tus mentiras, escapando al final escrito en la jaula de mi bravura con la bandera flameante de un inevitable adiós.
Sé que no lograré tu amor, lo sé, lo supe desde aquel beso superficial una mañana cuando el sol quemaba tus promesas. Era imposible, lo supe desde que conocí esa mirada con que maquillabas la necesidad de un amor sin compromiso, de un amor ausente. Era imposible, lo supe desde que soñé que me dejabas, me alimenté de la pena mientras no estabas, cultivé no el odio sino un valor frente a la inevitable desazón que me ofrecía tu indiferencia. Lo sabía, lo supe, lo sé.
Aún detrás de los barrotes de esta historia mi coraje me empuja a olvidarte, de valentía llevo una insignia que me impide odiarte y de bastón el triste deseo de llenar el vacío que me dejó tu ingrata existencia.

El frío de esta piedra me despierta el corazón. Por las noches me entume el alma tu ausencia. No te odio, dejé el resentimiento en la jaula de tus promesas. No te odio, es el sol que ha arrugado la expresión de mi rostro, y hoy en lugar de un beso, después de mucho tiempo, después de haberlo creído imposible, ha aprendido a decirte adiós.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Eclipse

Un atardecer en Huanchaco

Contigo aprendí, de la mano por el malecón una tarde abrigada por el suspiro de los dos, aprendí una nueva emoción. Vimos en el horizonte un eclipse enamorado, una mirada de soslayo a nuestro andar, un calor a media luz, una tarde por caer, una noche por nacer, un viento alrededor que me invitaba a cubrirte de mi amor en un abrazo tímido antes de que desaparezca en el horizonte un fiel espectador.

Contigo aprendí a ver nacer en el corazón esa emoción con el brillo de tus ojos en aquel atardecer, con lo suave de tu piel, con el dulce ritmo de tu idioma apasionado, con el tímido movimiento de tus cabellos al compás de tu risa, de tu baile desenfadado, de las volteretas con que me sentía invitado a volver a nacer a tu lado, guardando para mí, para ti, para siempre el calor de un eclipse expectante del secreto mejor guardado… lo que estoy sintiendo por ti.

Contigo aprendí, que mi andar es un andar acompasado, cuando tengo tu presencia de testigo, cuando mis poemas tienen tu nombre en sus estrofas, cuando mi silencio es roto por tu risa, cuando tu mano se sostiene por la mía y se llenan los espacios con miradas, con escenas retratadas, compartidas, con el atardecer, con el aroma embriagador del mar, con el sonido de las olas en la orilla, tímidas, vacilantes, siempre fieles que regresan dejando apenas huella para nosotros dos.

Contigo aprendí que no hay distancia que no una el pensamiento, que no se gastan los recuerdos que vivimos y mantienen el calor de aquella tarde de un brindis, de un deseo y de un salud!  

Contigo soy feliz, soy la otra mitad de aquel eclipse enamorado, soy el horizonte expectante de los dos, soy la orilla, soy el mar, soy la tarde… contigo todo es nuevo, todo es vida… contigo todo se resume a los dos.