Estás ahí?
Abrió los ojos y sintió que el aire volvía a entrar a su cuerpo después de haber aguantado la respiración por mucho tiempo.
Expulsó todo el aire y con él, la pena. Sintió el alivio de volver a sentirse viva, después de haber experimentado la opresión de su alma como un preámbulo a una muerte anunciada por un repentino “adiós”.
Corrió hacia la ventana y sintió el sol como una llamada de atención, es real, le decía, sigue vivo, no fue un sueño aquel donde fuiste feliz y creías que podrías serlo por el resto de tus días. Fue real. Y ella sonrió y le regaló unas olas de emoción.
Bajó de esa nube y pensó en él. Lo imaginó recorriendo con cariño sus pensamientos, se perdió en el recuerdo de su mirada pícara, en sus besos cómplices de películas nunca vistas, en sus manos aprendiendo de memoria sus formas, en su respiración cuando se acercaba, en los timbres que rozaban sus latidos, en sus versos enredados, en la incursión del amor a su cuerpo con ternura como una rendición a aquello que nunca se planeó pero que dominó su todo, sus días, sus lunas, su tiempo, su energía, su mente, su atención, porque sin quererlo se había rendido ante el hecho de descubrir que podía y debía ser feliz de una vez por todas.
No quiso recordar más, quiso que aquello volviera a escribirse en otra piedrita en la playa de sus recuerdos, y salió.
Encontró la caracola que quería ser grabada con el Día 1. La abrazó, se embriagó de su aroma y unió su ternura con la de ella, la guardó en el surco que tanto lo desconcentraba, tenía toda la costa para llenarla de caracolas nuevas dispuestas a ser grabadas hasta el día “n”, y se recostó en la arena, sintió nuevamente el sol, su amigo, su cómplice, su testigo de siempre; sonrió, cerró los ojos, y sintió el mar acariciar sus huellas, y nuevamente la escena le recordó que estaba viva, y que él era real…
No hay comentarios:
Publicar un comentario