viernes, 26 de noviembre de 2010

Olvidar sin esperanza

No te había visto desde hace mucho tiempo. Caminaba sola, la calle apenas estaba alumbrada por unos faros de luz muy tenue, escuchaba una trompeta solitaria a lo lejos y me llevó hasta ti.

Una lágrima se asomó cuando bajé la mirada, qué extraño sentir eso nuevamente, pensé que había olvidado lo que era el amor.

Sólo se oyen mis pasos, mi respiración parece temblar, no sé qué pasará más tarde, quise caminar hasta llegar al final, pero debía hacerle frente al destino, debía volver a verte para atreverme esta vez a decirte adiós.

Ya estoy cerca, el viento ha secado mi pena, el orgullo me endereza el alma y camino altiva como cuando nos conocimos. Llego, me decido a entrar y te veo sentado, esperando, quizá con tantos sentimientos encontrados como yo, quizá indiferente como fui yo, quizá queriendo desaparecer como cuando se acercaba el momento de despedirnos hace tanto tiempo.

Estás tomando un café, tan típico, tan tú.

Me decido a cruzar la puerta, me acerco, estoy frente a ti, en ese momento lo que más dudo es que sea capaz de cerrar nuestro libro de una vez por todas.

Llamas al mozo, pides por mí, sabes muy bien lo que deseo un café largo. Ya quiero irme, es un momento incómodo, no me atreveré a despedirme, no quiero responder preguntas, no quiero que descubras la mujer cobarde que fui.

Preguntas cómo estoy, en un inicio protocolar, nos engañamos uno al otro al decir que estamos bien, sabemos que no es así, que nunca aprendimos a estar separados, que nunca nos perdonamos aquel tácito adiós y henos aquí, queriendo regresar el tiempo, sabiendo que lo único que podemos hacer es perdonarnos por todo ese tiempo que pasó.

Ha sido un silencio muy largo, estoy cansada, la nostalgia me ha jugado una mala pasada, el insomnio me está pasando la factura y termino queriendo creer que todo ha sido un mal sueño. Quisiera que volviera aquella noche y quedarme abrazada a tu pecho, no quiero tomar ese bus, no quiero dejarte otra vez, no quiero.

Qué te parece si recordamos aquellos años, sí, aquellos años cuando estuvimos juntos, aquellos en que reíamos tanto.

Volvamos y traigamos los mejores para ver si podemos volver a reír, extraño mucho verte así, feliz, te extraño, nunca aprendí a vivir sin ti.

Quisiera estar contigo y acompañarte el tiempo que haga falta, ya no quiero verte solo, ni verme a mí así, pero nada puedo hacer, ya no estoy más aquí, soy sólo un recuerdo que vaga en tu vida desde que me fui.

Todas las noches vienes a tomar un café, y pides otro para un amor invisible, para un recuerdo que sigues trayendo a tu presente sin poder renunciar a vivir junto a él.

Lamento haber arruinado todo, lamento haberme ido de tu vida así; quisiera estar viva para poderte abrazar, llorar con tu llanto, quedarnos dormidos y despertar de este mal sueño en que ya no estoy, en que ya no estás, darte un beso y quedarme a tu lado, y así despertar por el resto de nuestras vidas, cuánto quisiera estar viva y seguir amándote y hacerte feliz.

No he podido irme completamente, muero una y otra vez cuando vuelvo a este café y te veo, hablando conmigo, con ese alguien que hace tiempo se fue. Allí está, mi café frío, tus manos extendidas como sujetando las mías, y me muero de la pena una vez más, no sé cuánto pueda soportar, nunca dejé de amarte y pareciera que el amor en nuestras vidas no ha hecho más que causarnos dolor.

Tenemos que aprender a decir adiós, tienes que olvidarme, yo ya no podré volver.

viernes, 8 de octubre de 2010

Mirada perdida

Me he visto en el espejo y no puedo entender mi expresión, han pasado tantos años, se han marcado tantas arrugas en mi rostro que ya no sé si estoy contenta o si parezco infeliz.
Me senté a recordar los momentos que han marcado mi semblante, y vi las carcajadas que me robaba aquella persona maravillosa que participó en mi vida, me vi también tumbada en la cama llorando incansablemente abrazada a mi  pequeño confidente, pensando en lo que estaba haciendo mal para que las cosas no resultaran en ese momento, escuchaba canciones que me hacían más infeliz, y me quedaba sola para intensificar esa sensación que a la vez me permitía escribir más, y mejor.

Hubieron momentos en mi vida que me volví fría, con la intensión de que nada ni nadie pueda afectarme, entendiendo luego que estaba cerrando mi corazón al amor.
Me vi en diferentes momentos, temblando, llorando, perdida, feliz, cantando, levantando la voz reclamando por lo que yo creía justo, y sobre todo, me vi despierta muchas noches, tratando de dormir, perdiendo la batalla por mucho tiempo, recurriendo a pequeñas dosis de adormecimiento.
He perdido tantas batallas contra la tristeza, parecía ser una persona sumamente triste, como lista para desmayarme en la arena, suavemente, con los ojos de canica llenos de lágrimas, cansada de batallar.

Luego de ello conocí el amor verdadero, sentirme feliz por primera vez, compartir un futuro junto a alguien que quiere hacerlo contigo, construyendo un nuevo castillo de arena en la playa de Pacasmayo, mi Pacas como solía decir.
En esa época, también vi amarguras, vi discusiones que nunca antes tenía, vi resquebrajarse una relación por el orgullo, o simplemente porque las personas no piensan igual, me vi abandonando mi pequeño confidente, con una impotencia fatal, eligiendo otro camino por nuestro bien, pero sufriendo por otro lado, como naturalmente se siente cuando se renuncia a algo que fue importante en nuestra vida.
Eran muchos contrastes, muchos picos en mis emociones, y tantos distintos que ahora a mis ochenta años no entiendo la expresión de mi rostro.

Algo sí no ha cambiado, ese brillo en mis ojos, ese brillo entre triste y nostálgico, ese estar listo para una emoción fuerte que me inspire a escribir, como hoy.
No sé si estoy sonriendo, no sé si estoy llorando, sólo sé que estoy viva, pero hoy,especialmente hoy, no sé para qué.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Labios entre abiertos


Abrió los ojos, sorprendida, acababa de entender que iba a morir. Sus pupilas se nublaron como si su alma la hubiera abandonado, mientras frente a ella sonreía su asesino.
Sentía cómo poco a poco perdía el control de sus pensamientos hasta llegar al punto de voltear y caminar sin rumbo... caminaba hacia su muerte.
El diablo que dejaba atrás reía a carcajadas, la había vencido, y su lacayo entrecerraba sus ojos victorioso hasta darle la espalda a la única mujer que estuvo a punto de descubrirlo.


lunes, 30 de agosto de 2010

Vuela, mariposa


Vuela, mariposa, despliega tus alas antes de que se caigan marchitas, resentidas porque nunca les diste el placer de volar. Deja que yo siga a rastras como es mi destino.
Fingiste hasta ahora ser como yo y escondiste tu ser de mariposa por estar con un gusano enamorado. Por qué nunca me dijiste que no eras feliz, por qué te contentaste viéndome sonreír y abandonaste con ello la maravilla de posarse en una flor, acaso no te das cuenta que lo único que has logrado es hacerme infeliz?
Ha pasado tanto tiempo, y yo creyendo que todo era perfecto, un gusano enamorado, ahora víctima de una mentira con un fondo noble, como podrías tildarlo, después de todo, pero cruel, cruel porque no puedes sentir esto que vengo sintiendo, la impotencia de no poder regresar el tiempo y no haberme enamorado de ti.
Creíste que sería feliz, y no has hecho más que volverme un gusano desgraciado.
Vete, mariposa, vuela alto y no mires a tus pies, estaré yo en el camino, a rastras porque ese es mi destino, y porque prefiero seguir solo, que ver cómo se pudren tus pequeñas alas de plata por no decidir ser feliz.
Aprende a quererte, antes de pretender dar amor, esto no fue amor, esto fue una farsa que acaba así.
Vuela, mariposa, deja que yo siga a rastras... ese es mi destino.
Deja que yo olvide... yo elijo ser feliz... sin ti.