Tu rostro reposa en la almohada, mis dedos te acarician suavemente para no interrumpir tu sueño y le doy gracias al insomnio por dejarme disfrutar más de ti.
Tu respiración tiene un ritmo suave, y mis manos caprichosas que se pasen por allí absorben el calor de tu ser, como para impregnarse de tu sueño, y quizá con ello poder soñar con un nuevo amanecer.
Los minutos corren mientras veo el largo de tus pestañas, esas persianas que me cosquillean cuando juntas tus ojos a los míos. Tu cabello negro descansa al fin de las carreras maratónicas que recorren mis dedos a la orden de un "pi".
El dorso de tu mano soporta tu mejilla, aquella que he besado tantas veces luego de un tierno abrazo por la espalda, obteniendo como premio el suspiro con que recibes mi amor.
Con la mirada que pasea por tu rostro mientras duermes, voy cerrando poco a poco los ojos, y veo cómo se ha quedado grabada en mi mente para por fin poder dormir.
Buenas noches, mi cielo, mi mar, mi playa y arena, mi presente y mi esperanza; nos vemos pronto en una nueva partida por la mañana, y un nuevo retorno al anochecer.