lunes, 7 de noviembre de 2011

Buenos días




El canto de las avecillas cerca de la ventana me invitan a abrir los ojos a un nuevo día. Al voltear y verte a mi lado recordé aquellos días tan lejanos que me quedaba acariciando tu cabello aprovechando el insomnio. 


Vi, en mi imaginación, un futuro en que aquellos cabellos eran plateados, en que tu rostro se acurrucaba a mi pecho, y alternábamos el cobijo, como quien quiere tener el lugar del engreído en el pecho del otro. Sonreí. El imaginarme un futuro a tu lado me forma una sonrisa ilusoria, una de niña contenta porque se acerca la navidad, porque sabe que vendrá, porque tiene la certeza.


Tu piel ya no es la misma, llevas grabados en el rostro los años vividos juntos, y las marcas de felicidad han dejado unas huellas curvas en tus mejillas. Las risas se han quedado grabadas en nuestra piel, y al abrir los ojos se pueden ver aquellos recuerdos en nuestras pupilas.


Empiezo a llenarte de besos, y entre molestia y resignación te despiertas, nuestro amor es desbordante, tanto como el canto de los pajaritos por la ventana, tanto como la luz del sol que insiste en meterse en aquel cuarto lleno de amor.

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