viernes, 9 de noviembre de 2012

Vuelvo

Se ha escapado una lágrima por la rendija de mi alma. Mis dedos se humedecieron al intentar esconderla, pequeña traviesa que me delata.

Escuchaba tu voz desde lejos, y entre todas las palabras armaba un poema, uno que me recuerde el inicio de aquella historia, donde tumbados en la arena nos confesábamos un amor naciente desde nuestros pensamientos.

Sentí el calor de aquella playa, y vi aquella mirada que quedó impresa en una fotografía durante años. Sentí el aroma del mar que arrullaba nuestro descanso, y me raspé con el recuerdo de la arena posándose en mis piernas desnudas, cruzadas, cómplices de un deseo silencioso que pronto dejaría escapar.

Volví a oír tus palabras, volvía a ti el tono tierno con que me enamoré. Me enternecí y se asomó una sonrisa curiosa a ver si podía salir por mis labios. Vio un espacio, y contenta voló hacia el cielo arrastrando un Te amo. Se ha posado al lado del sol, me recuerda lo lindo que es ser feliz, y las ganas tremendas que tengo que volver a sentirme así, y quedarme allí para siempre...

para siempre contigo, mi amor.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Cerré mis ojos



Cerré los ojos y muy quedo me acurruqué cerca de tu recuerdo; esperaba un suspiro, unas buenas noches que me invitaran a recobrar el sueño; acariciando mis manos sentí el olor de un calor ausente y vi entre las cortinas la sombra de un amor que aunque lejos vive presente... cada una de estas noches, muy grabado aquí en mi mente.

Sentí rodar por mis mejillas una leve gota de tristeza, de emoción incierta, sentí también llenarse las pupilas de una imagen risueña de esas con las que uno despierta, y cogí tu sonrisa colorida, la guardé en el corazón y me di la vuelta, abracé tu ausencia, la pegué a mi pecho y soñé contigo; despertar era cosa del destino… regresar era cosa del destino… volver a soñar era tan sólo una ilusión propia de un corazón herido... por esta ausencia.

He descubierto mis sentidos luego de este mal sueño, has abierto la puerta de nuestra vida y muy quedo vienes a mí siento tu brazo bordear mi cuerpo y has invadido mi sueño y he sentido también una lágrima de emoción al ver que soñaba contigo, y con un beso has sellado ese sueño, hemos despedido la ausencia, y nos hemos dado la cara para volver a darnos un beso.

lunes, 6 de agosto de 2012

El lienzo de un sueño

He dibujado un sueño en el que me vi feliz.

Mis dedos paseaban curiosos el templo de tus ilusiones, surcaban el camino de un futuro que bailaba entre lo apacible y emocionante, como el vaivén de las olas que hace años me dejaron escapar.

Despiertas de un sueño de caricias y con un beso le damos la bienvenida al horizonte diseñado en el capricho de nuestra esperanza, un horizonte pintado de óleo inmortal grabado en el alma, aquel que empezamos a dibujar años atrás.
La huella de las sonrisas que adornan nuestros días nos han dejado aquellos surcos en los labios, las miradas enamoradas se encarnaron en las pupilas, y en la voz se amotinó un "te amo" un "mi amor".
El color de cada día se pinta de luz, aún cuando el cuerpo tiembla y el cielo se encapriche en no dejar ver el sol, cada uno de nuestros días lleva el brillo de los dos.
Los sonidos de aquel lenguaje consentido nos envuelven en un nido abrigador, y la pasión de aquellos besos nos transportan a sensaciones del pasado, de un futuro, de un presente matizado con contrastes que embriagan cada segundo de silencio posterior al éxtasis del amor.
He dibujado un sueño, en el que me vi feliz junto a ti. Cuéntame tu sueño, si estoy allí, si sientes aquella ilusión que sosiega, que apacigua, que complace, si estoy dibujada en tu lienzo, como lo estás tú en este pedazo de papel.
He dibujado un sueño, y el color de mi felicidad eres tú.

A Cali...

martes, 8 de mayo de 2012



La luna nos acompañó de regreso, dejábamos atrás algunos recuerdos, pareciera que también dejamos nuestro amor.
La soledad se paseaba por mi rostro, humedeciendo el momento en forma de lágrimas que rápidamente se extinguían con el roce de mis dedos. No quería ser infeliz.
Los días siguientes fueron tristes, pensaba en la utilidad del dolor ajeno, como muestra del dolor propio y me decepcionaba esa actitud. Me decepcionaba estar dentro de una historia en donde ser lastimado era igual a lastimar. Quería que se detenga, y la decisión de ser feliz me empujaba a poner un alto al dolor.
Me sentía débil, el perder poco a poco las partes importantes de tu vida, aun cuando crees que no lo mereces, es una dura experiencia, pero es así, la vida también es dolor, el dolor es inevitable, como alguna vez leí, sin recordar la segunda parte… el sufrimiento es opcional.
Había intentado que volvieras, había desprendido de mí el dolor propio para entender el tuyo, la miraba abajo lamentando el mal momento, y por dentro el dolor propio que quería ser entendido por ti.
Me fui, te fuiste, las despedidas son largas cuando uno no está seguro. Cuando a un metro de distancia todo se ve tan empañado, y la pena allí esperando, y el cuerpo que no reacciona. No se llega a escuchar ningún adiós.
A veces, el adiós ya no es necesario. Hay que recordar la segunda parte de aquella frase: el sufrimiento es opcional… y continuar tercamente ese deseo, cada vez más difícil, de ser feliz.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Un grito escondido



Llevo dentro de mí un ser triste escondido,
camuflado detrás de carcajadas que compré en una baratija
con las cuales me hice de algunos amigos.
Sigo con este grito en las entrañas,
lo he guardado tanto tiempo, que hasta ni me acuerdo
desde cuánto está allí.
Tampoco sé si llegará el día en que me atreva
a dejarlo partir.
El ser triste, temeroso, me mira de soslayo,
como queriendo develar un secreto mucho tiempo guardado,
y yo temo invitarlo a seguir.
Normalmente las verdades duelen,
aunque sea el precio para ser libre,
no siempre estamos dispuestos a pagar.
Está bien, luego de unos minutos decido correr el riesgo,
pareciera oportuna la frase: “No tengo nada que perder”,
pero más real sería: “Aparentemente, no soy mucho que perder”.
Mi grito contenido se presta a escuchar,
cree haber encontrado la oportunidad
para salir airoso a mostrarse al mundo,
hasta que por fin…
mi lado triste me dice algo al oído:
“¿Por qué nunca me dejaste partir?”

Hasta ese momento, no había caído en cuenta,
que aquella persona triste había querido dejarme hace tiempo;
pero yo, en el fondo de mi ser,
le construí un aposento, invitándolo a quedarse
hasta una próxima etapa de mi vida.

Hay cierto placer en la tristeza,
para los que hemos sabido sufrir.
Hoy me doy cuenta que no he aprendido a despedirme
de la melancolía, y mi grito se quedó mudo con aquella revelación,
y nuevamente se ha escondido en mis entrañas.