martes, 21 de junio de 2011

La última despedida


Mi cuerpo ha permanecido en la cama con la triste esperanza de que volvieras. Un espejo al costado me dice que me he quedado solo con mis lágrimas y mis lamentos, finalmente sin ti.
Mi garganta está seca, me he quedado pensando; a mi mente vuelve un vago recuerdo de aquella primera despedida.
Tus brazos sobre mi pecho me reclaman, tus ojos llorosos me dicen una vez más que me olvidé de ti, y yo allí, inmóvil, pensando en alguna excusa que te devolviera la confianza y me permitiera seguir contigo con una nueva oportunidad para demostrar que en verdad te amo.

Tocan a la puerta, no sé cuánto tiempo llevo tendido aquí, no quiero abrir. Los recuerdos me llevan nuevamente de viaje al pasado, te veo bailando en la playa, tus pies van formando nuestros nombres en la arena con la dulce intención de querer inmortalizarnos en un corazón. Te veo y sonrío, soy feliz. El sol se apoya suavemente en tus hombros, cuando estás cerca te apreso en mis brazos y suavemente poso mis labios en tus ojos, y siento que te envuelvo de ternura; éste soy yo, no quiero que me olvides.
Vuelven a tocar la puerta, quizá piensen que estoy muerto, y en verdad lo estoy, he perdido la guerra, no fui valiente, dejé ocupar tu lugar por intereses ajenos a nosotros y ahora estoy aquí sintiendo cómo mis sueños a tu lado se derrumban por no haber defendido tu trono en mi conciencia.

Otra despedida, tu mirada ya no está triste, quizá el tiempo te ha vuelto más fría y estar juntos ya no es una prioridad. Estoy frente de ti, rogando que no menciones aquella frase que termina en adiós, pero la escucho y nuevamente mi mente maquina una nueva escusa, esta vez más creíble que la anterior. No quiero perderte, no quiero perderme en la vida sin ti, dame una nueva oportunidad.

Tocan más fuerte, mis recuerdos se ven interrumpidos por un ser impertinente que no me deja sufrir en paz. Abro la puerta, puede ver que sigo allí y le pido que se retire.
Puedo sentir tu perfume, lo respiro muy hondo con la intensión de atrapar en mí algún resto de tu presencia, no quisiera exhalar por temor a perderte en el ambiente triste que me rodea, renunciando a ello luego de unos segundos, cayendo de rodillas por la impotencia de no poder inventar una excusa más.
Mis manos están apoyadas en el piso de cerámica, es frío, como el momento que se va quedando grabado en  mi mente ahora.
Estás sentada en la cama, sólo has venido a despedirte, no quieres oír nada más, estás cansada, y estás más calmada que todas las despedidas precedentes, esta es la última despedida para ti, y lo sabes.

Pienso que hay una nueva salida, pero ya tomaste la decisión, mi mundo se derrumba, no puedo entender lo que está pasando, no lo vi venir de esta manera, y al ver que caminas hacia la puerta recién entiendo que es verdad, que te estoy perdiendo, que no hay marcha atrás y que esta vez te irás para siempre.

Ya no siento mis manos, es momento de aceptarlo, en qué momento se confundió mi amor? o es que acaso te perdí desde aquella primera despedida?

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