He recortado los pensamientos que me envuelven en la trayectoria diaria que hago formando nuestro futuro, y las he querido pegar en un pedazo de papel.
Tengo tu aroma arropado al cuello de mi chompa, se prende al estampar ese primer beso que me regalas en la puerta de casa; se pasea por mi cuello hasta posarse en mis labios, y en un leve susurro me cuentan ese secreto infinitamente confesado, ese te amo... ese con el que nos acostamos y nos entregamos al abrazo perpetuo que invita al sueño... a ese eres mía que me domina y termina por convencerme una vez más que soy feliz.
Un amor tan bonito que se pasea al rededor, que se apodera de nuestros pies y juega a que nos atrapa, hasta caer en lo real del ser amado, en lo real de poder reír infinitamente, en real de ser tú y yo, en un mundo perfecto para los dos.
Sigo viendo pasar las calles, cierro los ojos para verte mejor, rozo lentamente mi nariz por tu mejilla sellando la caricia con un beso, con ese "Mamos ya" que te reclama para mí, con esa queja a la que nos hemos acostumbrado previa al cumplimiento de todos nuestros caprichos.
Rodeo con mis brazos tu cuello, paseo las yemas de mis dedos por el rincón de tus pensamientos, y en cada recorrido voy dejando uno a uno nuestros recuerdos para que te asalten en mi ausencia, beso uno a uno los retratos que hemos compartido este año juntos, y enmarco los hitos que la madurez nos ha permitido vivir.
La velocidad aumenta, siento en el pecho una emoción semejante a la que me asalta cuando estás lejos, es la emoción de ver una vida perfecta y temer perderla, pensar en lo increíble que puede ser haber encontrado a la persona ideal, y convencerse de lo real que resulta ser.
Me compongo, porque la vida nos ha dado esta oportunidad, entonces sonrío, una vez más, y a la distancia te abrazo, te pego a mi pecho, y le doy los buenos días a la vida, a una vida infinitamente contigo.
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