lunes, 21 de octubre de 2013

CaFé



- Esa taza me suena.
- Tú me la regalaste.
- Ves? Te dije que me sonaba.

Musa de mis cantares, suave arrollo que mese mis sueños, que me levanta, que me adormece, que me inspira y me delata, que me guarda y me tiene, qué dicha verte aquí, musa del alma, café de profundo aroma que me domina, muñeca de mis poemas, flor perpetua de mi jardín.
Qué bonita sonrisa esa con que me despiertas, las caricias con que me regresas de un sueño reparador, qué bonita mujer, qué bonita esta vida, qué bonita la mañana está para cantar, para un café embriagador… como tu amor.
Qué placer despertar con esa dulce sonrisa, con el cálido abrazo y caricias compartidas; mira qué bonita, qué bonita es esta vida, que el atardecer suspira y mis labios se intimidan por lo grande de este amor.
Ay, qué bonita mi mañana y qué bien calienta el sol, para dar un caminito, de la mano pegaditos, con tu cabello al viento y mis pasos todos lentos para que no corra el tiempo y se queden nuestras huellas en la orilla de los dos.
Vida, quién soy yo para tenerte; que los días duren siempre, que las noches se hagan días, que las nubes escondidas se rindan ante el sol. Vida, que feliz me hace quererte, y si no es tanta molestia, brindo hoy a tu salud y aunque beber no es virtud, brinda tú con un café, como muestra de los dos, de los nombres que una vez se juntaron para una historia que dio vida a este atardecer.

Suave voz que me encandila, musa de mis cantares, qué bonita es esta vida y qué dulce este café.

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