Apenas unos pasos me
separan de ti, te veo a lo lejos y de pronto una sensación extraña me invade en
el pecho.
Me detengo, tu figura a la distancia me invita a iniciar una
historia, y no quiero. Entiendo que lo que me invade es el miedo.
Estoy a unos
pasos de ti, no te has dado cuenta que te estás grabando en mis retinas y en
mis recuerdos, aún en el silencio que existe entre nosotros puedo oír tu risa,
puedo sentir tu abrazo, ese que me dice hola, y que inevitablemente me dice
adiós.
Aparto la mirada de tu
existencia, me escudo en la pantalla de un aparato que poco a poco se apodera
de mí, quiero ver si a través de este cristal sigo sintiendo el miedo de
acercarme, o quizá es frío, o quizá mi amor a la soledad, a esa soledad de la
que poco a poco me he ido apartando, con el mismo miedo con que ahora estoy
parado mirando el horizonte, mirando tu existir.
El caprichoso aparato
ha querido también mantenerte para sí, se ha grabado en su memoria aquella
postura con que me esperas, con que cuentas los minutos para una hora
previamente pactada, inquebrantable, las 12, y sin quererlo falta apenas un
minuto. Cuánto tiempo estuve así, no lo sé, sólo sé que dar un paso es lo
siguiente, y encontrarte para darte un beso, habiendo olvidado la flor, y quizá
escuchar un regaño por hacerte esperar, aun cuando sabes que jamás lo hago y
jamás lo haré.
Me acerco, estás tan
distante mientras camino hacia ti, pero de pronto al sentir mi dedo en tu
hombro regresas, y vuelves a ser aquella mujer que con una sonrisa vuelve a ser
parte de mí, volvemos a ser nosotros, volvemos a ser aquellos que disfrutan igual
de una risa y del silencio, hasta nuestro próximo adiós.
No hay comentarios:
Publicar un comentario