viernes, 9 de diciembre de 2011

El horizonte enamorado



Princesa onírica, te has quedado varada en la orilla esperando una nueva ola. La arena te ha cegado y crees todos los días ver sol donde sólo las luces de los botes se burlan de ti al pasar.
Princesa ilusa que sigues creyendo en el amor, todos los días el agua borra tus poemas y destruye tu castillo, queriéndote dar una lección, pero hasta hoy no has aprendido.
Cuando caminas descalza las gaviotas lloran de pena, allí va, esperando un corazón roto que curar, un alma triste como ella para hacer el último hechizo que les recobre la vida, pero tantas huellas se han borrado como pasos lentos sigue dando aquélla de cabellos largos.
Triste princesa de ojos de canica, llevas el vestido desgarrado de desilusión, por dentro sigue aún latiendo un débil corazón, y aquellos recuerdos de sonrisas se pasean desde la orilla hasta tu malecón.
Quisiera abrazarte, pero mis piernas no pueden llegar a ti, no te has dado cuenta de un horizonte enamorado, un horizonte que no puede acercarse y se resigna a verte caminar dolida por no encontrar el amor.
Las gaviotas me cuentan tus secretos, princesa color canela, he llorado con tu llanto, sonreído con tu risa, y me he quedado dormido al ritmo de tus suspiros.
Mi princesa, mi ilusión, ni un solo día ha dejado de herirme tu desazón, quisiera tener un corazón como el que deseas para volver a verte reír, quisiera ahogar tu llanto con mi marea, y enseñarte a dormir con la media luna en tu rostro. Quisiera poder hacerte feliz; pero he llegado a resignarme, seguiré siendo el horizonte que te vea a lo lejos, que comparta tu vida con los cuentos de las gaviotas, que lave tus pies con unas leves olas, que te acaricie con la brisa del sol y alumbre tus noches con luna llena.
Mi princesa onírica, ni un solo día he dejado de compartir tu dolor, y aún mayor es al ver que nada puedo hacer para que compartas conmigo este infinito deseo de verte feliz.

He recordado tus cuentos


Extraño aquellas noches en que dormía al  compás de tus cuentos, el que se detenía con mis pequeños dedos al pasar las páginas de los libros era el ganador, el que se dejaría atrapar por tu voz, el que se apoderaría de mis sueños, el que recrearía dando la batalla hasta que mis ojitos, sin más poder, se rendirían a los pies de Morfeo.
Extraño aquellas noches en que acariciabas mi frente y me dabas un beso, en que era tu morenita, la doña "supongamos", la doña "y por qué". Extraño tu risa, tu mirada de soslayo símbolo de reclamo, tu tarareo acompasado por uno que otro bolero, tus caderas graciosas, y nuevamente tu risa, eterno resplandor de una vida feliz, con marcas profundas, pero feliz.
Me he sentido una niña, triste, sola, será por eso que evoqué aquellas imágenes de mis noches de ensueño con mi madre contándome un cuento, no importaba si era repetido, era su voz, era su calor junto a mí, su cobijo, su protección... era eso, su protección, la que ahora he añorado tanto.
Han pasado momentos tan duros, tan tristes, y en aquellos realmente dolorosos sabes aparecer, dar un abrazo fortalecedor e invitar a seguir adelante, me regalas una esperanza, un deseo renovado de continuar, una energía pura, un nuevo cuento donde el final feliz lo escribe uno mismo.
Hoy me he visto recostada en mi cama contigo al lado, me he dormido con tu voz de arrullo, y tu cobijo me lo ha regalado un peluche encantador.
Te amo.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Desvanecer



Pareciera que los mensajes aparecen cuando uno más los necesita. Mensajes de esperanza, de amor, de perdón, todos ellos tratando de entrar en tu corazón y la razón que los bloquea como si fueran un virus que causará dolor.

He vuelto a sentir el cansancio que provoca la desesperanza, el agotamiento físico y emocional, la grieta que forma el agua gota a gota en la piedra, no encontrando el sabor a la vida, viendo todo de gris, sin saber cómo se puede sonreír, perdiendo la memoria de los momentos felices.

He sentido la necesidad de un salvador, otra vez, como aquella criatura en la que alguna vez me convertí, sin fuerzas, débil nuevamente, con apenas fuerza para caminar, pero sin pensar, y mecánicamente llegar a un hogar vacío, sin nombre, apenas un espacio donde ubicar el cuerpo para sentirse más infeliz.

Los recuerdos se van, poco a poco la memoria te juega una mala pasada, apenas sabes el camino que debes seguir para llegar a tu destino, pero en el trayecto estás muerta, estás penando como un alma moribunda, no ves nada, nada existe a tu alrededor, y tú tampoco existes para los demás.

¿Dónde quedaron las sonrisas?
Tienes vagamente el recuerdo de haber sido feliz días atrás, pero el presente se impone, las lágrimas vertidas y la indiferencia te regresan al estado levitante en donde te has perdido, y vuelves a cobijarte en la melancolía.

Has sido fuerte, has soportado durante mucho tiempo aquello que ahora tanto te duele, pero esa fuerza apenas la recuerdas, la has perdido. Quieres una esperanza, y te la han dado, ahora estás esperando recuperar la confianza, esperas ver un cambio que te recuerde que eres importante para él, y eso, mientras que no lo ves, te duele. Desde aquel lugar se han prendido las luces, entre abrieron la puerta, te escucharon pero no tienes la certeza de que pueden sentir lo mismo que tú.

Estás a la espera, pero el cuerpo poco a poco deja de responder, no sabes hasta cuándo puedas aguantar, quizá llegues a un punto sin retorno en que no habrá salida, sabes lo que sucederá si pierdes la confianza… y sin embargo, nada puedes hacer, más que esperar.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Dulce melancolía

Pensé que te habías ido, y estabas a la vuelta de la esquina.

Ayer me recordabas aquellos días en que estuviste acompañándome en ese camino tortuoso e ilusorio, en que había creído encontrar el amor; quería estar sola, castigándome por haber creído en un cielo celeste, en nubes dulces de algodón, y tú allí, invadiendo mi mundo de reproches, llenando los espacios vacíos con nostalgia, o nostalgía como diría Les Luthiers.

Quería liberarme de las lágrimas, dejar los recuerdos de dolor, enseñarle a mi rostro una mueca similar a una sonrisa, pero seguías allí, recostada cómodamente, contándome un cuento de hadas que no termina en final feliz. Te regocijabas con el dolor de mi alma, porque ello te permitía seguir conmigo, y yo débil para exigirte una partida, fue aprendiendo a vivir contigo, en la misma cama, bajo el mismo techo, en el mismo mundo creado para una gaviota nostálgica.

Pasaron los años, y pudimos despedirnos, con el dolor de las dos; ahora había llegado a pensar que no te volvería a ver, y sin embargo, has venido nuevamente.
Pensé que te habías ido, dulce melancolía, pero siempre estuviste al voltear la esquina.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Buenos días




El canto de las avecillas cerca de la ventana me invitan a abrir los ojos a un nuevo día. Al voltear y verte a mi lado recordé aquellos días tan lejanos que me quedaba acariciando tu cabello aprovechando el insomnio. 


Vi, en mi imaginación, un futuro en que aquellos cabellos eran plateados, en que tu rostro se acurrucaba a mi pecho, y alternábamos el cobijo, como quien quiere tener el lugar del engreído en el pecho del otro. Sonreí. El imaginarme un futuro a tu lado me forma una sonrisa ilusoria, una de niña contenta porque se acerca la navidad, porque sabe que vendrá, porque tiene la certeza.


Tu piel ya no es la misma, llevas grabados en el rostro los años vividos juntos, y las marcas de felicidad han dejado unas huellas curvas en tus mejillas. Las risas se han quedado grabadas en nuestra piel, y al abrir los ojos se pueden ver aquellos recuerdos en nuestras pupilas.


Empiezo a llenarte de besos, y entre molestia y resignación te despiertas, nuestro amor es desbordante, tanto como el canto de los pajaritos por la ventana, tanto como la luz del sol que insiste en meterse en aquel cuarto lleno de amor.

lunes, 24 de octubre de 2011

Una tarde de mar

Me deslicé por tus brazos, para soñar en tu pecho, y el sonido del mar, como canción de cuna me invitó a dormir.

martes, 23 de agosto de 2011

De la mar, cautiva de sus promesas, vuelve

Cautiva de las promesas que una vez le hizo, bañada en la sal del mar que alguna vez la cobijó, regresa ella, triunfante, altiva, dejando gotas de sudor en la arena, sellando el camino que la trae de regreso y que no la verá jamás partir.

Él la espera con la mirada llena de júbilo, sus manos han ansiado este momento y se levanta dispuesto a caminar, siente una nueva brisa, su olor, su luz invadiendo nuevamente aquel espacio, aquel espacio construido para ellos antes de su partida.

Ella camina lentamente, su cabello se resiste al viento y de repente esboza una sonrisa, sus ojos se hacen más pequeños, él reconoce esos ojos de canica, reconoce su mirada triste, aún cuando sonríe, él la reconoce, sabe que la amó y que ese amor nunca dejó de ser tan fuerte como el día de su partida.

Su aliento se cruza, no hay palabras qué decir, las miradas del encuentro se vuelven eternas, las caricias enmarcan el momento volviéndolo inolvidable y de pronto cierran los ojos y se entregan en un abrazo que los deja sin aliento. Su pecho se resiste, se alejan para acercarse nuevamente ahora con un beso, él la toma del cabello, ella se entrega al nuevo inicio de aquella historia escrita en piedra, y con ese beso renuevan la promesa de estar juntos, hasta la mañana siguiente, hasta el fin de sus días, hasta en sus sueños con el viento y con el mar.

Sin recuerdos en el frío suelo

Siento un dolor punzante en la cabeza, pareciera alertarme de algo que está por suceder, he venido ignorando la advertencia y ha terminado ganando la batalla.
Pierdo el aliento, el aire me abandona y me siento desfallecer, la impotencia que siente mi cuerpo me envuelve en una atmósfera oscura, sin esperanza, y ya sin fuerza mi cuerpo se tiende en el frío suelo del abandono.
Poco a poco pierde el color la imagen que se dibuja frente a mí, el poco calor que llevo en el pecho se esfuma, como el amor que decían sentir, mis dedos se mueven apenas con fuerza, queriendo escribir sus últimas palabras, y sin un lienzo que se atreva a perpetuar un último deseo.
Vuelve a mí, calor de hoguera, vuelve a mí, sonrisa inquieta, mi silueta se ve perdida en el olvido de mentes sin recuerdo, y mis letras se han caído al lago de la ingratitud, me he quedado sin memoria, ya no sé quién soy, y nadie sabe si alguna vez yo existí.
He buscado respuestas en las nubes, como si aquellas supieran mi dolor, he terminado por dibujar momentos esbozados de alegría, para que la lluvia se deshiciera de ellos en pocos segundos. 
Me he perdido en el resentimiento, por ver que nada funcionaba bien, y las muestras de amor las he ido perdiendo, sin saber cómo y por qué.
Me he despedido del día, del sol y del viento, he venido a morir en la plaza sin gente, me he despegado de los recuerdos, he borrado mis memorias, y ahora por fin me siento ir.

jueves, 21 de julio de 2011

Y el mundo pregunta por qué... y yo respondo


Camino descalza por el camino de lluvia, tus ojos negros me guían en la neblina hacia el camino del amor.
Mis brazos se alzan hacia tu mirada, una sonrisa se dibuja, tímida, y se sonrojan mis mejillas cuando los recuerdos vuelven a mí.
El viento alborota mi cabello, el camino húmedo empapa la planta de mis pies, y me enfría, la pasión que me impulsa me da su calor y emerge el amor que siento por ti. Me guían mis sueños, el frío se rinde por mi devoción, sigo mirando el horizonte con fe y voy poco a poco hasta llegar a ti.
Tu sonrisa me invita a seguir, la carita risueña con que me persigues me roba una carcajada, el mundo se pregunta qué me pasa, y yo sin decir palabra les respondo: es que soy feliz.
Falta poco, el perfume de tu piel me invita a revivir mi sueño, el negro azabache de tu cabello me indica lo  mucho que nos queda por vivir, tus manos tomando las mías me invitan a pasar al mundo creado para mí, y abriendo los ojos me rindo a un futuro diseñado para los dos, para cuando tú y yo estamos aquí.
Me acurruco en tu pecho, estoy cansada de tanto caminar y me invitas a reposar en tu regazo, me cantas una canción y sueño nuevamente, ahora no hay marcha atrás, ahora todo es real, puedo tocarte, puedo respirar cerca de ti y sentir los latidos en tu pecho, pierdo el miedo a la oscuridad, ya no me falta nada, estoy completa, puedo dormir sabiendo que al abrir los ojos sentiré la paz que se siente al estar a tu lado, y que al llegar la mañana me despertarás con un beso, como todos los días. Acaso con todo ello el mundo me seguirá preguntando por qué sonrío? Pues le diré, porque aprendí a ser feliz.

martes, 5 de julio de 2011

No me importa



No me importa,
si el palacio de tus promesas se derrumba,
si los labios con que me besas se marchitan,
si el abrazo con que me buscas no me encuentra.


No me importa,
si tu adiós ha reemplazado el frecuente "hola",
si al mirarme ya no hay amor ni hay euforia,
si al contrario me has desterrado como nunca.


He perdido,
he vagado por otro mundos, he huído,
me he vengado de todo el mundo, he vivido,
me he enterrado con un reproche porque te has ido.


No soporto,
verte ahora en otros brazos, y yo solo,
verte riendo pasito a paso, codo a codo,
con la misma sonrisa aquella del pasado.


Estoy muerto,
me ha vencido la indiferencia de tu olvido,
me he sentido como el que piensa en su vacío
y has venido a reprocharme tu abandono.


Buena suerte,
porque aquel que ahora te besa, finalmente,
sabrá quién ha de ganar el juego a muerte,
de un amor que hoy me abandona y a él mantiene,
cuando dejes que el destino nos encuentre.


No me importa...

viernes, 24 de junio de 2011

Qué hago aquí, si ya no estás



Las yemas de mis dedos forman surcos por mi cabeza, 
como queriendo separa aquellos recuerdos color gris;
me levanto después de tanto, y con la misma bata de muchos días
me dirijo a la cocina a preparar un café amargo,
como mis tantos otros días,
cómo yo.


Mi mirada se pierde en la ventana,
la misma gente, las palomas acercándose alborotadas
y yo auyentándolas como queriendo alejar la vida
como queriendo creer que no hay más
que estoy muerto
y desear que mueran también.


Mi café se enfría,
se congela posado en la mesa recordándome que el corazón
también vive en un témpano de hielo
y que no late más.


Y nuestra fotografía resalta frente de mí,
pienso... alguna vez fuiste mía
cuando creía amarte y tú a mí
y saber ahora que nunca amé
que no sabía
y que finalmente te perdí.


¿Qué hago aquí, sino morir día a día?
¿Qué hago aquí si perdí todo?
Si ya no hablo
porque no hay con quién hablar,
si ya no sueño
porque no hay por qué soñar,
si ya no vivo,
porque no hay por quién vivir.


¿Qué hago aquí, sino entender que jamás supe amar?
Y que éste es el castigo,
que sin amor, yo ya no vivo,
y sin ti ya, para qué amar.

miércoles, 22 de junio de 2011

Tu recuerdo me visita


He recortado los pensamientos que me envuelven en la trayectoria diaria que hago formando nuestro futuro, y las he querido pegar en un pedazo de papel. 
Tengo tu aroma arropado al cuello de mi chompa, se prende al estampar ese primer beso que me regalas en la puerta de casa; se pasea por mi cuello hasta posarse en mis labios, y en un leve susurro me cuentan ese secreto infinitamente confesado, ese te amo... ese con el que nos acostamos y nos entregamos al abrazo perpetuo que invita al sueño... a ese eres mía que me domina y termina por convencerme una vez más que soy feliz.
Un amor tan bonito que se pasea al rededor, que se apodera de nuestros pies y juega a que nos atrapa, hasta caer en lo real del ser amado, en lo real de poder reír infinitamente, en real de ser tú y yo, en un mundo perfecto para los dos.
Sigo viendo pasar las calles, cierro los ojos para verte mejor, rozo lentamente mi nariz por tu mejilla sellando la caricia con un beso, con ese "Mamos ya" que te reclama para mí, con esa queja a la que nos hemos acostumbrado previa al cumplimiento de todos nuestros caprichos.

Rodeo con mis brazos tu cuello, paseo las yemas de mis dedos por el rincón de tus pensamientos, y en cada recorrido voy dejando uno a uno nuestros recuerdos para que te asalten en mi ausencia, beso uno a uno los retratos que hemos compartido este año juntos, y enmarco los hitos que la madurez nos ha permitido vivir.
La velocidad aumenta, siento en el pecho una emoción semejante a la que me asalta cuando estás lejos, es la emoción de ver una vida perfecta y temer perderla, pensar en lo increíble que puede ser haber encontrado a la persona ideal, y convencerse de lo real que resulta ser.
Me compongo, porque la vida nos ha dado esta oportunidad, entonces sonrío, una vez más, y a la distancia te abrazo, te pego a mi pecho, y le doy los buenos días a la vida, a una vida infinitamente contigo.

martes, 21 de junio de 2011

La última despedida


Mi cuerpo ha permanecido en la cama con la triste esperanza de que volvieras. Un espejo al costado me dice que me he quedado solo con mis lágrimas y mis lamentos, finalmente sin ti.
Mi garganta está seca, me he quedado pensando; a mi mente vuelve un vago recuerdo de aquella primera despedida.
Tus brazos sobre mi pecho me reclaman, tus ojos llorosos me dicen una vez más que me olvidé de ti, y yo allí, inmóvil, pensando en alguna excusa que te devolviera la confianza y me permitiera seguir contigo con una nueva oportunidad para demostrar que en verdad te amo.

Tocan a la puerta, no sé cuánto tiempo llevo tendido aquí, no quiero abrir. Los recuerdos me llevan nuevamente de viaje al pasado, te veo bailando en la playa, tus pies van formando nuestros nombres en la arena con la dulce intención de querer inmortalizarnos en un corazón. Te veo y sonrío, soy feliz. El sol se apoya suavemente en tus hombros, cuando estás cerca te apreso en mis brazos y suavemente poso mis labios en tus ojos, y siento que te envuelvo de ternura; éste soy yo, no quiero que me olvides.
Vuelven a tocar la puerta, quizá piensen que estoy muerto, y en verdad lo estoy, he perdido la guerra, no fui valiente, dejé ocupar tu lugar por intereses ajenos a nosotros y ahora estoy aquí sintiendo cómo mis sueños a tu lado se derrumban por no haber defendido tu trono en mi conciencia.

Otra despedida, tu mirada ya no está triste, quizá el tiempo te ha vuelto más fría y estar juntos ya no es una prioridad. Estoy frente de ti, rogando que no menciones aquella frase que termina en adiós, pero la escucho y nuevamente mi mente maquina una nueva escusa, esta vez más creíble que la anterior. No quiero perderte, no quiero perderme en la vida sin ti, dame una nueva oportunidad.

Tocan más fuerte, mis recuerdos se ven interrumpidos por un ser impertinente que no me deja sufrir en paz. Abro la puerta, puede ver que sigo allí y le pido que se retire.
Puedo sentir tu perfume, lo respiro muy hondo con la intensión de atrapar en mí algún resto de tu presencia, no quisiera exhalar por temor a perderte en el ambiente triste que me rodea, renunciando a ello luego de unos segundos, cayendo de rodillas por la impotencia de no poder inventar una excusa más.
Mis manos están apoyadas en el piso de cerámica, es frío, como el momento que se va quedando grabado en  mi mente ahora.
Estás sentada en la cama, sólo has venido a despedirte, no quieres oír nada más, estás cansada, y estás más calmada que todas las despedidas precedentes, esta es la última despedida para ti, y lo sabes.

Pienso que hay una nueva salida, pero ya tomaste la decisión, mi mundo se derrumba, no puedo entender lo que está pasando, no lo vi venir de esta manera, y al ver que caminas hacia la puerta recién entiendo que es verdad, que te estoy perdiendo, que no hay marcha atrás y que esta vez te irás para siempre.

Ya no siento mis manos, es momento de aceptarlo, en qué momento se confundió mi amor? o es que acaso te perdí desde aquella primera despedida?

viernes, 10 de junio de 2011

"Para que veas que soy el hombre perfecto"



24 agosto 2009

Amanecía, yo quería seguir escondida del día arropada en la cama. Te pedí que prepararas el desayuno, y me respondiste que lo harías con todo gusto, para que vea que eras el hombre perfecto.

Claro, vivía con el hombre perfecto, el hombre que amanece presto a recibir mis besos, a veces jugando a molestarse porque no lo dejo dormir más, para que luego cuando esté despierto lo deje solo y yo vaya a bañarme y se quede arrequintando el haber despertado. Claro, vivía con el hombre que se preocupaba por mí todo el tiempo, con el que me regalaba caricias sin tener un porqué, tan solo porque era natural hacerlo, el hombre que buscaba complacerme, que gustaba de ello, el hombre que me acompañaba siempre que podía, incluso a viajar, el hombre que me cantaba canciones, que me escribía notitas de amor, que cocinaba conmigo, que caminaba tomándome de la mano y que me robaba un beso sin que yo me diera cuenta.

Claro, vivía con el hombre perfecto, porque de un tiempo acá había decidido no discutir nunca más conmigo y hasta me daba lecciones de tolerancia, el que podía solucionar todo con una conversación, a veces con solo unas miradas o unas caricias que decían … “porque te quiero”, el que se acurrucaba en mi pecho y se quedaba dormido, el que me daba un beso en la frente cuando llegaba del trabajo,sea la hora que sea, el que hacía gelatina porque hace bien, el que preparaba unos pancitos con mermelada para desayunar, el que recomienda tomar un tecito después de comer, el que saluda siempre a mamá, el que ríe con mi risa, el que se prende de la tv cuando pasan los resúmenes deportivos, el que nunca quiere despertar hasta que no lo llene de besos, sobre todo en los ojos hasta que ya no pueda aguantarme más, claro, vivo con el hombre perfecto… para mí.

También hay más hombres perfectos para otras mujeres, quizá haya un hombre perfecto para cada una, algunas tenemos suerte en encontrarlo, otras creemos haberlo encontrado y no es más que haber renunciado a conocerlo algún día y aferrarnos a una ilusión.
Quizá el hombre es perfecto mientras todo está bien, y luego cuando hay problemas se deja de pensar en ello, lo cierto es que con el tiempo uno llega a conocer más a la persona con la que vive, y todo lo que van conociendo mutuamente puede ser querido o tolerado, si esto es una de las dos cosas, entonces es muy probable que funcione.

La perfección suena muy bien, suena bien como para un cuento, quizá no exista, pero aquí eso no importa. Estos cuentos son de emociones, y esta vez… me he dado cuenta que vivo con el hombre perfecto. Quizá sea hasta un capricho, querer que lo sea, imaginar que lo es, y que lo sea al fin y al cabo, total, todo está en la mente.

Claro, cielo, claro, yo sé que vivo con el hombre perfecto.

Remembranzas de un error


Amaneció y la luz lastimó mis ojos. Me sentía muy débil como para levantarme a cerrar la ventana, pero lo intenté; después de un rato logré ubicar mis pies desnudos sobre el piso atiborrado de pastillas de todos los colores, de todos los tamaños, sentí desfallecer y caí como una pluma sobre ellas. Recordé aquellos días felices al lado de mis hijos, sus sonrisas oscilaban en mi mente como una luciérnaga; sus caricias ahora eran como puñaladas en mi conciencia jamás imaginé el dolor que les provocaba con lo que hacía.

Él se los llevó, cómo aceptar a una madre como yo; el amor no es sólo amar a los demás, sino amarse uno mismo y eso lo arruinó todo, no me amaba, ese fue el fin.
Seguían los recuerdo pasando como película en mi memoria, cada uno lograba que la tristeza me matara lentamente y humedeciera mi rostro en forma de gotitas saldas. Todo empezó a nublarse, veía el doble de pastillas, el doble de jeringas, de ligas, de toda esa basura que me arrebató lo mejor que tenía, lo que traje al mundo y también con quien compartí la mayor parte de mis alegrías y tristezas.
Busqué una razón, volaban muchas en aquella habitación, pero ninguna valía la pena, quería culpar a alguien, justificar mi error antes de irme para siempre y después de tanto tratar no tuve más remedio que admitir mi culpa, sólo yo era la responsable de todo lo perdido y de la nada que había ganado.
Vislumbré los momentos de éxtasis que para mí eran una maravilla y me sentí morir, deseaba nunca haber existido y no haber dañado a tanta gente.
Seguía allí, tirada como un estropajo sucio sobre basura en aquella habitación, sabía que pronto acabaría y me arrepentía con todo mi ser no haber hecho nada por cambiar, no pensé en nadie, mucho menos en mí, no me amé y cómo podría haber amado a los demás. En ese momento sentí que lo poco que valía iba desapareciendo como el humo de mi cigarrillo en la atmósfera de aquellos años. Hasta ahora tenía los ojos abiertos y son tener más fuerzas para mantenerlos así iba perdiendo las imágenes, mis párpados caían muy pesadamente, estaba en posición fetal, aquel cuadro era desgarrador. Algo me decía que ya era demasiado tarde, mi parte material ya no aguantaría el paso de otro día más; en ese momento sólo deseaba decirle que los amo y se los dije una y otra vez, hasta que me fui para siempre.

martes, 31 de mayo de 2011

Alimentándome de tu sueño



Tu rostro reposa en la almohada, mis dedos te acarician suavemente para no interrumpir tu sueño y le doy gracias al insomnio por dejarme disfrutar más de ti.
Tu respiración tiene un ritmo suave, y mis manos caprichosas que se pasen por allí absorben el calor de tu ser, como para impregnarse de tu sueño, y quizá con ello poder soñar con un nuevo amanecer.

Los minutos corren mientras veo el largo de tus pestañas, esas persianas que me cosquillean cuando juntas tus ojos a los míos. Tu cabello negro descansa al fin de las carreras maratónicas que recorren mis dedos a la orden de un "pi".
El dorso de tu mano soporta tu mejilla, aquella que he besado tantas veces luego de un tierno abrazo por la espalda, obteniendo como premio el suspiro con que recibes mi amor.

Con la mirada que pasea por tu rostro mientras duermes, voy cerrando poco a poco los ojos, y veo cómo se ha quedado grabada en mi mente para por fin poder dormir.
Buenas noches, mi cielo, mi mar, mi playa y arena, mi presente y mi esperanza; nos vemos pronto en una nueva partida por la mañana, y un nuevo retorno al anochecer.

Un recuerdo de esperanza





La tristeza ha invadido mi mente esta noche, me presiona los sentimientos y me obliga a recordar. 
Salgo por unos minutos a desahogarme, me sacudo el dolor y los malos recuerdos, y aquel recuerdo de un final me hace la batalla. Suele suceder, cuando el final está cerca tiendes a recordar el inicio, el génesis de aquella historia y es así que, con la mirada hacia el horizonte, vienen a mí aquellas imágenes grabadas hace ya tanto tiempo.
Te veo tendido en la arena, tu mirada tierna se queda marcada en una película eterna, nuestras sombras se encaprichan en protagonizar esa tarde y permanecen en casa en un lugar especial.
Veo un hombre de papel recostado en unas latas de cerveza, testigo silencioso de un amor naciente, oyente inerte de unas canciones y una sutil invitación, fugaz personaje de aquella noche romántica, dulce, y llena de detalles, como el ángel en tus manos y en las mías luchando por no quedar en el pasado.
Estamos frente al mar, es de noche, me cantas unas canciones acompañado de tu guitarra, me enseña las estrellas y el muelle con las luces parpadeando en el infinito y el frío invitando un abrazo que no llega por pudor.
Las algas se enredan en mis pies, tomas unas fotos como queriendo robar algún detalle de esta persona que apenas conoces, y lo logras. Camino por un lugar desconocido y no tengo miedo, estás cerca de mí y ya nada se torna oscuro, el camino está a salvo cuando estás aquí.
Te escribo una historia, dos, tres, al leerlas te sorprende cómo puede una persona amar de esa manera; me pierdo en el tiempo cuando te escribo y sólo dejo de mis dedos te cuenten la historia que dicta el corazón.
Y luego de unos meses un "te amo", unas copas en nuestras manos brindado por un amor sincero, un beso sin final, un inicio, una nueva historia de los dos, un corte de cabello, un desayuno, unas notas de amor al llegar a casa, unas fotos que aún permanecen en la mesa, un abrazo cada noche, un "te extraño", un "vuelve pronto", y hoy... aquí ganando la batalla y haciendo un pacto con Morfeo, me viene a la mente con mucha fe un... "volvamos a empezar".
TA Cali.

jueves, 5 de mayo de 2011

Hoy brindo por ti



Te recuerdo, pequeña.
Bajabas las escaleras de madera de la casa, te sentabas a la mesa y yo frente a ti tocando la guitarra, podía hacer que lloviera, si quisieras, podía hacer todo por ti.
Te abrazaba lentamente, y me dabas la frente por temor a que te robara un beso, yo tiernamente apoyaba mis labios en tu mejilla, cuánto hubiera querido que me amaras, como yo a ti. 
Quizá me amaste, pero nunca lo aceptaste, quizá fue el miedo a perder todo lo que teníamos, pero qué más da, el tiempo ya ha pasado y con él nuestras vidas tomaron distintos rumbos, y ahora parece ayer cuando te cantaba al oído aquella canción.
Eras mi inspiración permanente, la musa de los poemas que escribí en aquel cuaderno verde, el que te regalé cuando te declaré mi amor.
Te fuiste entre emocionada y triste, y luego de unos días me diste un adiós. Quise devolver la despedida, y le encargué a mi guitarra despedirse por mí, y la tonta sin poder contener el llanto, terminó cantándote "Cuando llora mi guitarra".
Las noche que siguieron a tu adiós las pasé mirando por la ventana, alguna vez nos recostamos en mi cama tan sólo a reposar, eras tan bella, y seguro lo sigues siendo, yo en aquel momento te adoraba, y ahora me veo aquí, recostado en la misma cama, pensando en ti y en aquellos días que pasamos juntos.
Hoy brindo por ti, ojitos de canica, por los recuerdos que me regalaste, por las canciones que me permitiste cantarte en el parque cerca de casa, por los poemas que me inspiraste a escribir, por todo, por tu risa, por tu cabello, por esa virtud de hacer que todos te quieran, y porque tu adiós nos haya permitido llevar una vida mejor.
Te envío un beso en la frente, pequeña, un beso como el de aquella tarde en que hice llorar al cielo tan solo por complacerte.

lunes, 4 de abril de 2011

Entre la duda y el amor

Siento que he perdido, mi mirada viene buscando su brillo desde aquel día y no lo ha podido encontrar.
Es como tratar de armar un rompecabezas y algunas piezas ya no estén, quizá te las robó uno de esos días en que ambos discutían sobre cómo demostrar su amor.
Qué irónico, pelear por amor, sembrando el desamor.
Tengo la manía de coger mis aros, y hoy llevo la mano derecha vacía. Mis dedos buscan sin poder encontrar y es inquietante. Luego viene el pensamiento, buscar y no encontrar, no saber cómo buscar en una vida que parece haberse quedado vacía.
Camino por la orilla de nuestras vidas, mis pies tocan el mar, ese infinito testigo de uno de nuestros rompimientos, y quedo me dice al oído: nuevamente vuelves a mí, Gaviota de arena.
Mis pies se desvanecen, me hundo en el reflejo de mis pecados, las sombras grabadas en la arena me cobran la factura, me invitan a decir adiós y volver a la playa de Pacasmayo.
Un destino desdichado, sin amor. Un recuerdo de caídas precipitosas, de golpes, de fracturas, de heridas sin curar. Pensaba haber escrito una historia bendita, no era más que un cuento para llorar.
Cuántas veces no lloramos por el mismo final, una y otra vez pretendiendo que aquel muerto resucite, creyendo que sólo mis poemas serían su respiración. Me rendí.
Hoy estoy aquí, recordando aquella playa que tantas veces me vio caer, y volver a ponerme de pie para volver a caer peor, a punto de morir vencida por la desesperanza. La última vez fue aquella en que mi vida ya no distinguía el color, me llamó una Virgen y volví a tener fé, me salvó.
Estoy en el limbo, mi vida es incierta, pareciera haber escrito bien la tarea de definir mi destino, sin embargo estoy contemplando algo aún inseguro, quién estará conmigo en él.
Quisiera que mi vida volviera a tener la claridad de hace unos meses, mis párpados me pesan, pienso en que quisiera estar en la cama, volver a desahogarme con la almohada, creyendo que con eso voy a sentirme mejor. He sentido mi cuerpo caer, morir en vida, como si no tuviera la fuerza para volver a creer en el amor, y volver a ver a lo lejos, muy lejos una pequeña luz, una pequeña esperanza escondida en un nuevo intento de no separarnos.
Vengo mezclando confesiones, quizá cuando vuelva a leer esto no lo entienda, sólo estoy vaciando en palabras lo que llevo en el alma, lo que me oprime el corazón.
Digo Adiós por ahora, ojalá la próxima vez tenga un final feliz, espero que esa luz de esperanza logre alumbrar nuestro camino juntos, espero que él se convenza, igual como yo, que esto vale la pena, que este amor existe, y que no es un sueño lograr ser feliz. No quisiera que esta canción se selle en nuestras vidas, no esta vez.



viernes, 1 de abril de 2011

El pedacito que guardó el recuerdo




Entrarán a casa, se llevarán todo, nos tenemos que mudar.

Se llevarán los buenos recuerdos, destruirán lo que hemos construido hasta ahora, sellarán con cera ese corazón parchado y antes de irse voltearán a vernos con una sonrisa malévola, una sonrisa de victoria.
Nos quedaremos mirando el vacío de nuestra habitación, buscaremos algún recuerdo por algún rincón, alguno que nos diga dónde estamos, qué somos, y por qué estamos juntos. No lo hayamos.
Te vas, me quedo sola, no he podido recuperarme del impacto, aún no sé a dónde podría ir. Veo en el borde de la ventana un pedacito de cielo, me acerco, lo cojo, y aquella esquina hay una imagen tuya con el cabello corto. La imagen de Huanchaco se me viene a la mente, una noche desesperada, una ida y una vuelta, una promesa, un retorno, y así muchas cartas en la cama.

Se me corta la respiración, de pronto me doy cuenta que te has ido, ya sé quién eres, y sé que te amo, pero ya no estás. No pudiste buscar un  poco más, no pudiste esperar más, quizá fue mucho para ti, quizá viste un nuevo comienzo lejos de mí, sea lo que fuere ya no estás, y yo aquí con ese pedacito de cielo que me dice: es él.

martes, 29 de marzo de 2011

Retomando el sendero

Me estuve alimentando de buenos recuerdos, en ocasiones parecía acabarse la reserva y me quedaba vacía como queriendo elaborar uno en caso de emergencia, y no podía.
Han sido días difíciles, quizá semanas, pero llega el momento de la calma, aquel momento en que recuerdas por qué estás aquí, y a dónde quieres llegar. Ese momento en el que tu camino vuelve a verse, cuando la neblina se disipa, cuando una sonrisa en el rostro te anima a continuar por aquél sendero con mucha seguridad y optimismo, es cuando vuelve la calma, cuando empiezas a crear nuevas experiencias que te servirán de alimento en los tiempos difíciles.
Estoy nuevamente en el sendero, con el cielo despejado, con aves caprichosas cantando canciones desconocidas en un idioma tan suyo, y a la vez tan nuestro. Llevo de la mano una pequeña promesa plomita, con orejitas redondas y mirada tierna, con ojos de canica como la mamá. De la otra mano está aquel con quien comparto la vida, aquel que también pierde el camino como yo, y con quien batallo en los días de niebla con el objetivo mutuo de volver a ver el sol.
Estamos creando nuevos recuerdos, nuevas sonrisas para los días nublados, nuevos momentos que nos sirvan de guía para cuando perdamos la visión.
Llevo grabada tu mirada en la arena, tu sombra al lado mío, tu sonrisa traviesa, tu manita en la cabeza, y hasta tu mirada al parque cuando juegan los niños a ser grandes.
Estamos de regreso, y hoy salió el sol.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Camino a casa


El cielo tiene un color espectacular hoy, quisiera esta en Cajamarca, allá el cielo es mucho mejor.
Los cables, sin embargo, no me dejan ver por completo el cielo; irónicamente llegaré a casa y veré mi serie favorita gracias a ellos.
Compro pan en el camino, recuerdo haber hecho lo mismo casi todos los días cuando vivía en otra ciudad, llegando a casa con la mitad de lo que compraba.
Paso por el lugar donde nos asaltaron hace ya muchos meses, minutos antes se escuchó cerrar un portón, quizá si hubiéramos estado por allí ese momento nada hubiera sucedido. Apenas unos minutos te cambian la vida.
Llego a casa, la señora que nos arrenda el departamento no me reconoce:
- De dónde es usted? - me pregunta amáblemente.
- Ah?, cómo así? - por mi mente pasó que quizá quería saber dónde había nacido.
- De qué piso es? - me pregunta.
- Oh, del tercero, buenas noches, señora.
- Ah, señorita, es usted, no la había reconocido, como lleva el cabello recogido.
Qué curioso, el corto camino a casa está lleno de recuerdos y anécdotas, incluyendo el que la señora que me conoce hace más de un año no me reconozca a menos de medio metro.
Subo las gradas, entro a casa y saludo al angelito que está recostado en la cama, lo traigo conmigo a la sala y enciendo el televisor, no porque quiera ver algún programa, simplemente porque no me quiero sentir sola.
Me siento, abro la bolsa de pan, y pienso: ¿Podremos solucionar nuestras diferencias?
Horas después me logro responder: Hoy no pudimos.

viernes, 7 de enero de 2011

A tu lado

He sentido el roce de tus labios en mi mejilla, y un suave “te amo” antes de dormir. Ha sido inevitable preguntarme si mañana volveré a tenerte entre mis brazos y entregarme a los sentidos para demostrarte que soy tu mujer.

Han pasado varias lunas desde que conozco la suavidad de tu piel por completo, la fuerza de tus brazos y el cobijo que tu cuerpo me brinda cada vez que nos dirigimos al nido de algodón; y no ha pasado una noche en que en mis sueños no me haya despedido de ti.

Hubieron momentos en que mi respiración se detenía para sentir por completo lo que es estar a tu lado, veía el movimiento de tu cuerpo producto de tu respiración, y los pequeños parpadeos insinuando algún sueño reparador.

He querido grabar todas las imágenes de tu sueño, y las nuestras haciendo el amor, pintado las imágenes de tu rostro cada vez que me decías “mi amor”, y por último sentir tu respiración cayendo en mi pecho cuando te acurrucabas para unir nuestros cuerpos en un solo ser.

Buenas noches, mi amor, no sé si mañana vuelvas a compartir mi sueño, no sé si vuelva a verte dormir, pero los días que fueron hasta hoy me permiten decir que me hiciste feliz.